jueves, 10 de febrero de 2011

Más cerca de Cielo…

Muchos humanos anhelan el cielo para salvarse de la miseria, ignorando los miles de Cielos que en la tierra habitan…vestidos de historias y sueños, cubriendo su piel ya marchita y, callando con su sonrisa,  el grito del sufrimiento. 

Martes, 8 de febrero de 2011 - San Miguel- Hoy fue un día muy especial para mi. No he podido dejar de pensar en una frase que leí en “El Olvido que seremos”, donde el padre del escritor dice “Sin alimentación, ni siquiera es cierto que todos nacemos iguales, pues esos niños ya vienen al mundo con desventajas”… y hoy justamente tuve la oportunidad de acercarme, mucho más, a esa realidad.

Desde la semana pasada conocí a Cielo, una niña callada, algo tímida. A pesar de que la primera vez que hablé con ella creí que su actitud era un poco de desinterés, después me di cuenta que no era así.  Me di cuenta que debíamos dedicarle (o por lo menos yo) más atención, si en realidad queríamos que aprendiera en las clases de ingles. Cuando le pregunté su nombre completo, me dijo “Cielo, cuando mires arriba te acuerdas que ya estoy aquí abajo”; después le dije, sabes cómo se dice cielo en Ingles?; Cómo?, Sky; sonrió y siguió caminando junto a mi.

Hoy, es la tercera vez que nos vemos, y me dijo “Te quiero”, me abrazó y mi corazón se comprimió y se extendió a la vez, una sensación bastante rara, como si una conexión entre ella y yo se estuviera creando, o fortaleciendo. Nos acompañó a almorzar a mi y a todos “los gringos” (como algunas personas los llaman aquí en el pueblo). Me contó que su madre tenia un novio “gringo” también, el cual tenía una casa con 6 cuartos, uno para cada uno de sus cinco hijos, y un baño con televisor plasma (supongo que en USA, pues después me dijo que ella vivía sola con su madre). Dijo que él gringo se quería venir a vivir a ciudad de Panamá porque en su país (Estados Unidos) estaban matando a la gente… y luego me preguntó que si era que en mi país también estaban matando a la gente que yo me había venido a vivir a Panamá, no pude evitar sonreír y le dije que era simplemente porque me gustaba vivir aquí.

Pensé compartirle de mi almuerzo, pero después me dio miedo que su madre pudiera darse cuenta y enfadarse porque “un extraño” le estaba dando comida. Además sus botas vaqueras, sus jeans y su blusa colorida me daban la errada impresión de abundancia. casi al terminar me dijo “Sabes lo que he comido hoy en todo el día?”, No (respondí), “plátano”… le pregunte: Qué más?; “Sólo plátano”… después recordé como en el salón de clase ella me había preguntado por uno de los paquetes de galletas que le dan a todos los estudiantes…

 Sin saber si hacia bien o mal, sólo por ese instinto de sobrevivencia combinado con un sentimiento de solidaridad (que había llegado algo retardado) le ofrecí lo poco que quedaba de mi almuerzo y de mi refresco… después le pedí a uno de mis compañeros, quien había dejado casi la mitad de su plato, permiso para tomarlo y dárselo a Cielo… su rostro se veía muy contento; tomó el pequeño posillo de frijoles sin pensarlo dos veces y los echo sobre el arroz, la carne y los espaguetis. Al final su sonrisa era dos veces más grande, y sus ojos brillaban de alegría.


1 comentario:

azulquitapenas dijo...

Walker, es tremendamente conmovedor como una crónica de acercamiento al mundo de Cielo, a su corazón, a sus entrañas mismas. Veo entonces que el maravilloso libro de Héctor Abad Faciolince te ha sensibilizado aún más y te ha acercado a esa gran labor que hizo Héctor Abad Gómez, quien ya ves de qué manera increíblemente absurda fue silenciado.