miércoles, 27 de enero de 2010

LA SEDA QUE DESVIO MI FUEGO

Cansado de comerse las historias de amor de otros árboles, aquellos que no pertenecían a su viejo y olvidado jardín, el pequeño Fantasio a decidido morir de hambre. Ya se lo había advertido el doctor, “no dejes que tu corazón se envejezca Fantasio y que se reseque con los mismos recuerdo que llevaron tu cuerpo a ser tan pequeño”; aquellos recuerdos que Fantasio ya confunde entre eso que fue real y aquello que su imaginación se deleita creando cada instante.  

Mientras espera en aquellas escaleras que algunas vez fueron turrones de azúcar, y hoy en día solo son cubos de sal, ve pasar por el anden de chocolate a una Seda que pasea su velo sin importar quien la mira. El corazón de Fantasio ha empezado a bombear nuevamente, aparece en su mirada aquella miel que hace de sus ojos el reflejo mas transparente y profundo que ni los dioses griegos lograron ver en su propio mar.   Fantasio intenta hablarle pero sus pequeñas alas están tan desgastadas, y ella va con tanta prisa, que volar para alcanzarla no podrá.

 El gran baúl que ha sido su casa por mas de cuatro décadas ha empezado a caerse en pedazos, quienes le vendieron la madera con garantía de por vida, al parecer no contaban con que este cliente viviría mas que sus vecinos, quienes en menos de 10 años muriendo, muchos de ellos ahogados en su propio llanto. Dicen por ahí, que el secreto de Fantasio es unir los negativos de los cientos de miles de rollos fotográficos que ha tomado a lo largo de su vida y, que en vez de lamentarse por lo que no regresara, ríe con cada imagen que proyecta,  gritando a carcajas “Que buen futuro el que me espera”…


Lo que Fantasio no sabe, y nosotros tampoco, es hasta cuándo durara la cera de aquella única vela que ella,  antes de irse, dejo encendida, con la que él logra reflejar sus fotos en aquel armario viejo desde donde la muerte sopla lento buscando apagarla…. 

sábado, 23 de enero de 2010

Viviendo en Aguablanca

“Fueron siete años metidos en siete días, los que viví.  Irme con gente que yo no conocía, sólo había visto a uno de los compañeros de ahí algunas vez en teatro, unos saludos y ya; y tener que decir bueno, en un momento ustedes van a vivir juntos un momento y no es que vayan a  vivir como los amiguitos, sino que se van a enfrentar a estas y estas cosas, tener que vivir el testimonio de una persona que fue sicario; tener que compartir con personas que uno ha esquematizado y ha llamado prostitutas o desechables, o gente de la calle; y empezarlos a mirar con otra perspectiva y empezar a decir: pero detrás de esa persona, que no se ha bañado hace quince días, hay un ser humano como yo y hay una persona que tuvo un sueño y que en algún momento tuvo unos anhelos y se le destruyeron, o los sigue teniendo.  Tener esa habilidad de poder ir más allá de lo que uno simplemente se acostumbra, o le gusta ver en la calle, eso es lo que me hace decir que cambió mi vida completamente”. Sebastián Arias.