Más allá de si la película logra satisfacer las
expectativas de millones de lectoras (y lectores) a nivel mundial, esta es un
claro recorrido por aquel cuarto de erotismo y deseo sexual que habita en cada
ser humano.
Llevamos por dentro un poco (o mucho) de Grey y
de Anastasia. De él ese deseo continuo de control y esa sed insaciable de
placer; de ella esa curiosidad, esa atracción por lo desconocido y lo peligroso
que se combina con el anhelo de sentirse
deseada y amada.
Es una invitación a dejar de lado la doble
moral con que hemos sido criados y, sin necesidad de convertirnos en
sadomasoquistas, transformarnos en verdaderos amos de nuestra sexualidad, de
nuestros sentimientos y de aquellos deseos reprimidos o ignorados que dejamos a
la sombra, por ser esclavos no de una persona, sino de una sociedad entera que
nos indica qué pensar y cómo actuar.