sábado, 24 de mayo de 2008

LA VIDA

 

 

Es allí cuando el firmamento

Nos pide a gritos que lo ignoremos

Y en ese juego ambivalente

Nos muestra el camino

De lo que hay más allá del imaginario.

 

Dulce tela que se teje

Al andar de mis pasos,

Y me invita a ficcionar

Esta realidad

Que me he de inventar

 

Amores que creemos olvidar

Y olvidos que nos hacen amar,

Van de la mano

De aquel viejo rencoroso

Al que llamamos destino.

 

Pasiones fugaces,

Deseos cumplidos,

Ilusiones despiertas,

Exploración de sentidos.

 

Lagos que desbordan todo un iris de colores,

Que unas veces son violetas

Y otras veces ni se muestran, 
pues se esconde tras la sombra

De un recuerdo sin memoria.

 

Caminante de la noche.

Princesa del sol y la luna.

¿Cuántas veces has de sonreír

A las sorpresas de la viuda?

 

Porque tan importante es

Reprimir esta fiera condición,

Como alguna vez dijo Calderón

A través de Segismundo,

Como dejarla ser, amar,

Sentir y actuar.

 

Adherirnos a aquella naturaleza,

De la que parte somos ya.

Y no pasar por alto una rosa

Si lo que intenta es despertar,

Reír o descansar.

 

Es esto pues la vida,

Un poco de aquello y mucho más.

Pero depende sólo de mí

Si en el comenzar de esta mañana,

He de escuchar al firmamento

Y si al hacerlo, entenderé

Que él es otro camino,

Entre tantos que me faltan,

Antes que la viuda

No lo sea más.

 

 

SAZ

martes, 20 de mayo de 2008

“TRAS LA HUELLA DE UNA LUZ”


“No te sientas sola” le repito. Pero ella, sin mostrar seña alguna de haberme escuchado, me abraza nuevamente y repite el nombre de Jonathan una y otra vez, mientras aumenta el número de lagrimas que se desprenden de sus dos ventanas al mundo, aquellas ventanas que varias veces a tratado de cerrar para siempre, buscando desconectarse de aquel engaño sensorial al que los seres humanos “normales” llamamos realidad.

 

 

 

Helena es una mujer que desde muy pequeña conoció lo que era valerse por si misma. Hija de madre soltera y con dos hermanos medios que se encargaron de hacerla sufrir durante sus primeros años de vida.

 

A las constantes preguntas que Helena le hacía a su madre, acerca de su trabajo, esta le respondía, si es que lo hacía (pues en ocasiones simplemente se quedaba callada o se iba), con evasivas, frases muy generales o con poco sentido como “Ya verás que cuando crezcas podrás conocer el trabajo de tu mamá, por ahora dormite que me tengo que ir”. Estas palabras para Helena significaban el inicio de una gran pesadilla, pues Wilmer y Samuel (los otros dos hijos de su mamá, fruto de su primera unión) se encargaban de burlarse de ella, molestarla con palabras y, en ciertas ocasiones, intentaron golpearla, pero el miedo a que su mamá los descubriera al llegar en la mañana y, los castigara, se los impedía.

 

Ésta mujer (Helena), aparentemente dura, tuvo que sufrir el asesinato de su propia niñez a los 10 años, cuando su madre empezó a llevarla con ella a estos lugares poco luminosos, donde ella trabajaba. Siluetas rojas y negras se entrecruzaban, en un fondo violeta que sostenía durante varios minutos, el humo de un cigarrillo que fue exhalado por un hombre de corbata a medio apretar, que había decidido esa noche convertirse en un infiel matrimonial, a cambio de sentir aquel placer “ilícito” y fortuito, sin importar que fuese a través de aquellos fajos verdes por los  que trabaja 8 horas diarias hace 15 años.

 

“Déjese tocar que lo que le están haciendo esos señores es un favor, no ve que usted tan chiquita ¿quién la va a querer consentir?”. Fueron frases como estas las que obligaron a Helena a asumir que, a sus 14 años, no debía estar jugando con muñecas como aquellas niñas de otros  barrios, por el contrario, debía ser la muñeca de cientos de cerdos que diariamente, motivados por su instinto de bestias y, revolcándose en el lodo de la miseria humana, disfrutaban de encender su luz dentro de Helena, sin importarles que con esto estaban apagando la luz de ella.

 

 

No puedo soportar verla así. Cada que una lagrima se escapa de sus ojos cansados de caminar, siento como un ave me toma por sorpresa y, en un descuido de mi alma, entierra en mi pecho sus garras, y se lleva mi corazón para alimentar a sus crías. Pero esto ella no debe saberlo.

 

 

Su suerte, llego en el día menos esperado, pero el mas indicado, pues si hombre no hubiera hecho lo que hizo, el siguiente en la fila, iba dispuesto a golpearla a muerte, sin conocerla previamente, pero movido por el sentimiento de rabia y derrota que, inexplicablemente sentía cada vez que se acostaba con cualquier mujer.

 

Su nombre ya no importa en estos momentos. Hombre no acostumbraba a sumergirse en este suburbio (que cada día se hacía más grande que el mismo mundo) pero en su despedida de soltero, acepto a sus amigos esta invitación. No fue necesario que ella dijera una sola palabra, cuando Hombre bajo las escaleras, y fue fusionando su cuerpo al de las otras almas sin dueño que por el lugar rondaban, la vio bailando. Quiso conocerla inmediatamente. Bailaron toda la noche. Por un instante, quedaron únicamente  ellos dos en la pista y, mágicamente, el universo se encargo de conspirar a su favor, transformando en azul celeste aquel humo negro  que los cubría, y en un blanco cegador el rojo que los envolvía, por un momento las almas que sin rumbo fijo caminaban, recuperaron sus nombres, sus corazones, sus ilusiones, ya no había clandestinidad en aquel lugar, todos estaban dispuesto a mostrar su rostro y celebrar.

 

Pero la canción llego a su fin, y este sueño también. Las tristezas, las frustraciones, los odios y los rencores, salieron como hienas de aquellos baúles en los que habían sido guardados, como fiera hambrienta en busca de su presa, se arrojaron sobre cada una de las mujeres que allí se encontraban, encargándose de borrar hasta el ultimo rastro de sonrisa que se había alcanzado a dibujar sobre sus rostros, rostros que en tan solo segundos ya no tenían, pues habrían sido devorados rápidamente y cada ve se volvía a hacer mas difícil diferenciar a alguien, pues el manto negro con rayas rojas hechas con sangre, volvía a cubrir el sitio.

 

Tanto Hombre como Helena sabían que este sentimiento no volvería a repetirse con nadie más en sus vidas. Ni siquiera la mujer con la que él estaba dispuesto a casarse por amor, en 4 años lo había hecho sentir lo que en esta noche había sentido, simplemente abrazando a Helena mientras bailaban, con el mayor respeto que para él, una dama tan hermosa merecía.

 

Pasaron miles de cosas por la cabeza de ambos, pero Helena estaba dispuesta a dejar escapar esta oportunidad, pues aunque no entendía qué pasaba al interior de su cuerpo, por qué todo se revolcaba, por qué no sentía nada de preocupaciones ni tristezas, ella sabia que este estado del alma, al que los seres humanos, utópicamente llamamos “verdadera felicidad” no era un regalo para ella. 

 

En un impulso de lucha contra el destino, Hombre tomó la mano de Helena, y corrieron a una puerta trasera, era la salida a un mundo que ella no habitaba hacía mucho tiempo. Ninguno de los dos quiso preguntarse algo ni soltar la mano del otro. Por primera vez Helena sintió, que aquella luz que prendía Hombre dentro de ella, también encendía su luz, la tan anhelada y ya olvidada luz. Fue un momento sublime, donde en el mundo no existieron religiones, ni razas, solo imperaba la ideología del amor sincero, y mientras los dioses griegos cuidaban de estos dos amantes, del vientre de Helena salían destellos que hicieron creer al universo entero, que ya empezaba otro amanecer, el mas hermoso de todos.

 

Fueron nueve suspiros profundos. Nueve abrazos convertidos en mil. Nueve besos que se volvieron caricias. Nueve meses en los que siempre fue otoño para esta pareja.  Las dos luces que se habían encendido aquella noche, había dado origen a una nueva luz, la cual se encargaba de purificar el vientre de su madre, en donde 18 luces se habían fundido antes, cada una igual a la otra, pues realmente ninguna alcanzó a alumbrar.

 

En esta vida de familia, donde Hombre había dejado atrás una mujer dispuesta a casarse con él, y Helena todo un pasado que aun intentaba perseguirla, con las miradas de la gente en la calle, todos ansiosos por señalar y apedrear, o en su prevenida actitud con los demás, no fue fácil convivir, pero todo esto al final, se olvidaba con tan solo ver los ojos brillantes de su hermoso bebé.

 

Jonathan ocupaba cada gota de tiempo de su madre. Hombre debía trabajar todas las mañanas, regresaba a mitad del día y se volvía a ir hasta la noche. Helena tenía una vecina, que la acompañaba todo el tiempo. Se habían vuelto muy buenas amigas desde hacía ya varios meses y como la señora vivía sola y no trabajaba, pues su hijo la mantenía, no hacía otra cosa que ayudar a Helena en todas las tareas de la casa.

 

Era el cumpleaños número 2 de Jonathan. Todos los del barrio estaban invitados, aunque algunos preferían no ir, pues nunca habían estado de acuerdo con que una “mujer de esas”, como la llamaban, viviera cerca de ellos. Hombre, aunque lo intento, no pudo estar mas temprano en casa ese día, por lo que Helena tuvo que ir a comprar la torta y algunas cosas que faltaban. Algunas de sus otras vecinas que habían llegado más temprano se ofrecieron a acompañarla, por lo que Helena le pidió el favor a su compañera de todos los días, que cuidara a Jonathan mientras regresaban.

 

 

 Hasta este momento de la historia se ha ciencia cierta lo que paso. Pues de ahí en adelante, los relatos de Helena se tornan muy confusos y sólo logro rescatar ciertas palabras o ciertas frases, cuando tengo suerte, que me permiten construir la otra parte sin contar.

 

 

Cuando Helena regresó, no estaban ni su vecina ni su bebé. Durante días creyó que era una muy mala broma de su ésta, pues ella no tenía motivos para hacer algo así tan cruel, como era matarla  en vida (por segunda vez) quitándole lo más preciado que tenia. Pero no quedo rastro alguno ni de la mujer ni de Jonathan, parecía como si, los mismos dioses que habían cuidado de Helena en el momento sublime que concibió a su bebe, estuvieran ahora protegiendo a la culpable de su desgracia.

 

 Helena intentó encontrar refugio en su esposo, pero en un juego de la vida, donde la debilidad y la nostalgia de una pérdida confluyen para sumergir a alguien en una depresión, más profunda que el mismo infierno, Hombre se quito la vida, disparándose en el baño de su casa, después de haberle pedido a Helena que pusiera aquella canción con la que juntos habían bailado la noche en la que se conocieron.

 

 

Ahora Helena, busca impaciente aquella luz, que algún día nació de un amor sublime, el cual le permitió vivir en la utopía de azul celeste y blanco cegador, por un poco más de nueve besos, nueve carisias y nueve otoños.     

 

 

 

 

CUIDANDO ME


Mi cuerpo lo cuido con mucho movimiento. Intento caminar lo más que puedo. Hago ejercicio varias veces durante la semana, para estirar mis músculos, sentir que mis extremidades están vivas y son flexibles. Bailo cada canción que me gusta, y como la música es mi musa preferida, en el carro voy moviendo mi cabeza, mis hombros y mis pies. En la ducha soy bailarín profesional, y en las discotecas trato de serlo también. Cuando estoy en mi casa mi cadera hace de las suyas y ahora por ejemplo que voy escribiendo, mi boca canta una hermosa canción que alegra este momento de mi vida. Me gusta que me consientan. Una caricia me adormece. Busco que jueguen con mi pelo pues es un estimulador de mis neuronas. Me corto el pelo cuando se va haciendo muy largo e inmanejable. Las uñas de los pies me las arreglan una señora, a quien agradezco soportar el peso de mis pies. Maria me alimenta con comida deliciosa todos los días, un buen pollito, jugo de frutas, y sopita de verduras. Aunque un buen helado alegra mi tarde y mi cuerpo lo agradece también.  

 

Mi alma la cuido con la fe, la tranquilidad, la tolerancia, la paz interior y la escucha. Tengo una hermosa relación con Dios, con quien, a través de la oración, mantengo una conversación constante, vivo un proceso de reflexión y discernimiento de aquello que he hecho y que he dejado pendiente por hacer, sin preocuparme, sino ocupándome.


Mi mente. Amo cuidar mi mente. Amo enseñarle nuevas cosas cada dia. Ponerla a jugar con nuevos caminos, a adivinar texturas, a recordar canciones, a imaginarme películas que algún día voy a rodar y momentos que ya he vivido o que pronto viviré. Una buena novela de historia capta toda mi atención. Una buena película de romance y comedia hace feliz a mi mente y a mi corazón.

 

Soy un hombre que vive feliz con su cuerpo, con su alma y con su mente. Acepto que a veces tengo descaches que mi cuerpo me reprocha, mi mente se sorprende, y mi alma cuestiona. Pero eso también es parte de mi vida. Mientras lo haga con responsabilidad y amor, soy feliz lo que quiero. 

MI CREDO...

Creo en la pureza de un beso al amanecer

Creo en la sonrisa de un niño mientras juega con la lluvia

Creo en el abrazo de dos amigos

En la igualdad de condiciones

En la bondad de las personas

 

Creo en la sencillez como la verdadera belleza

Creo en la caricia tierna de una madre

Creo en la juventud de mis abuelos

En la niñez de mi alma

En la soberanía de la naturaleza

En la taza de café que comparto con quienes amo

 

Creo en una Colombia tolerante

Creo en las películas como transformadoras de vidas

En una buena charla con mi papá

En los dos centímetros de estatura que me lleva mi hermano

 

Creo en el nacimiento de un líder cuando otro muere

Creo en la magia de los sueños

En la importancia de seguirlos y llegar a vivirlos

Creo en la existencia de otras dimensiones

En la subjetividad de la realidad

 

Creo en la barriga de Papa Noel

En las enaguas de su esposa

Creo en la fuerza de una canción

Y en el palpitar de mi corazón

 

Creo que todo esto es posible por alguien

Que me acompaña diariamente

Creo en la eternidad de mi alma

Y en lo finito de mi cuerpo

 

Creo en el impacto de las palabras

En el arte como necesidad del cuerpo

En la mirada como mensajera del alma

En la exquisitez de un buñuelo recién hecho

 

Creo en un beso donde los labios son un

Pretexto para comunicar dos corazones

Y creo en la felicidad

Donde su definición hace parte del diccionario

Con el que cada ser humano viene al nacer y el cual

Modifica, elimina, o renueva, cuantas veces

Quiera.