sábado, 21 de septiembre de 2013

La EternidaD o FugacidaD de un Día, más allá de las HoraS, la define tu EsTaDo De ÁnImO. 
El alma lamenta a gritos lo que en silencio el cuerpo llora...

martes, 25 de junio de 2013

Atardeciendo





En Bogotá me despierto...


Con gran prisa al caminar,


Hacia los deberes que me harán el día ocupar...


Pero cuando llega la tarde, la calma vuelve a latir


Con un sol resplandeciente que se sabe muy bien lucir. 


Es un despertar nocturno que nos baña con gran asombro


Pues naranja con gran fuerza vuelve todo el entorno.


Es un guerrero sublime que se despide con imponencia


Preparando su grandeza para el otro día que empieza


Adios amigo sol se oye a algunos decirle


Mientras sus rayos va dejando en las nubes como huellas en la arena.



Y así se despide...









Until is gone... 











jueves, 25 de abril de 2013

Quién dijo?


Cómo aceptar una justicia injusta?
Una naturaleza artificial?
Un fallo ante lo “normal” mas nunca ante lo real?

Qué derecho tiene un hombre sobre los sentimientos de otro hombre?
Qué derecho tienen algunos de usar a Dios para esconder sus temores y prejuicios

Quién dijo que cierto amor no es igual de legitimo a cualquier otro
Quién dijo que aquellas miradas de conquista y esas vidas unidas son indignas…
Lo realmente indigno aquí es la acción moralista de una mente medieval sobreviviente, condenada, por supuesto, a la extinción. 

viernes, 12 de abril de 2013

"Lo Que No Tiene Nombre"


Autorretrato Daniel Segura Bonnett (Tinta)
“… Ignoras mi útero vacío, mi sangrado. Desconoces que el grito de dolor de parturienta va hacia adentro y se asfixia, sofocado, para que no trastorne el silencio que ronda por la casa…” 


Desgarradora, como aquella premonición que Piedad Bonnett convirtió en poema poco antes de la muerte de su hijo, es la historia que nos relata en lo que paradójicamente ha titulado “Lo que no tiene nombre”.

Esta mujer toma nuestra mano desde la primera hoja de aquel delgado libro que parece sencillo de leer, pero que poco a poco se convierte en un largo recorrido de pensamientos, percepciones y sentimientos que traspasan aquello que conocemos como Razón.

Este libro es el más intimo diario de una madre que ha decidido valerse de las palabras para traer a su hijo nuevamente a la vida, aquel ser amado que perdió, no inadvertida, pero si inesperadamente.

En este caminar es inevitable imaginarnos en su lugar de madre, de padre, de hermanas y de cada una de las personas que quedan en el mundo, después de que ese alguien, a quien sentíamos tan cercano, se ha ido para siempre. Inclusive, cada capítulo, nos hace posible ponernos en  los angelicales, pero a la vez perturbados, zapatos de Daniel.  

Los juicios y prejuicios pierden validez ante la realidad que Bonnett pone frente a nosotros. No nos enfrentamos a una historia de ficción, o a algo contado por “el amigo de un amigo”; es la persona que dio a luz a este hombre, la misma que nos relata el sufrimiento que vivió, no únicamente con el suicidio de su hijo, sino con todos aquellos años que hicieron las veces de vehiculo hasta llevarlo a un abismo en el que no encontró salida. 

Mas allá de validar o no el suicidio, con este libro Piedad Bonnett defiende la libertad y el derecho que tenemos todos los seres humanos de vivir en paz y felices; al mismo tiempo que nos sumerge en el el desasosiego y sabor amargo que nos deja la repentina partida de un amor eterno…

miércoles, 3 de abril de 2013

P I N T A N D O F U T U R O





Este, no es un domingo como cualquier otro. El barrio entero se prende de fiesta a través del color y la alegría de su gente! Unos quince días antes nos hemos reunido con las personas que habitan la zona que será intervenida durante esta jornada. Con gran entusiasmo reciben la noticia que su fachada, aquella que deja ver el cemento, el ladrillo, la lata o cualquiera de los materiales con los que fue construida su casa, dejarán atrás el lúgubre aspecto de “obra negra” para convertirse en  un vivo retrato del sabor de quienes la ocupan. Ellos, por supuesto, son quienes escogen el color de su fachada.

Terrón Colorado está ubicado en la comuna número 1 de Santiago de Cali; este barrio cuenta con más de 100 mil habitantes que dan la bienvenida a la ciudad, a  todos aquellos visitantes y caleños que transitan por la vía al mar.  Me atrevo a decir que Terrón, con su geografía montañosa y sus más de 12 mil casas,  tiene una de las vistas mas privilegiadas del Valle del Cauca, una enorme riqueza en flora y fauna y un magnífico microclima, aquel que te hace sentir un fresquito rico desde que amanece hasta que anochece.


En las últimas décadas esta comuna, como muchos otros sectores del país, ha sido golpeada por la delincuencia y la violencia. Muchas veces los actos delictivos son cometidos por personas externas a la zona, manchando injustamente su reputación. Sin embargo,  estos estigmas no han impedido que un grupo de ciudadanos, caleños, se fijen en el potencial de este lugar, donde la mayoría de habitantes son familias trabajadoras que día a día se luchan la vida honradamente.

Se acercan las 7:30 de la mañana del día domingo y, el parque del Peñón, establecido como punto de encuentro, se va llenando de decenas de voluntarios que vienen dispuestos a darlo todo. Se les ha recomendado que escojan una “pinta que se pueda pintar”. Niños, jóvenes, adultos y ancianos llegan cargados de buena energía, que es justamente el único requisito para participar. 


Un día antes las personas del barrio han lavado sus fachadas, algunos inclusive las repellan y organizan para recibir con todo listo al equipo de Terrón Coloreado: fundación que inició su trabajo hace ya más de seis meses, y que hasta ahora, con seis jornadas realizadas, lleva 250 casas pintadas y más de 1000 personas beneficiadas.

La autora intelectual de esto: una caleña que creyó en el poder del color y la juventud como fuerzas vivas que transforman al mundo. Sandra Freiye se encargó de convocarnos y hacer parte a comunicadores, artistas, arquitectos, diseñadores y a la ciudad entera, de esta loca pero maravillosa idea de pintar Terrón!


Son varios los proyectos que a nivel mundial demuestran que en el color hay un gran potencial de cambio, no sólo físico sino también mental y emocional. Las favelas en Brasil y la ciudad de Valparaíso en Chile, son sólo algunos de los ejemplos que nos llevaron a fijar nuestras miradas en aquella zona que ha sido olvidada y desarticulada de la ciudad. Muchas veces los habitantes de Terrón dicen “voy para Cali’ cuando salen de su barrio, o los forasteros se declaran fuera de la ciudad cuando pasan por allí, desconociendo que es un barrio como cualquier otro dentro de la capital Vallecaucana.

Después de dar las indicaciones generales de la jornada, todos subimos en carros y buses hacía Terrón; cada grupo de 4 a 6 personas recibe la ficha de “su” casa, aquella de la cual será responsable de pintar; un guía les indica a los voluntarios la ubicación de la vivienda y es allí cuando empieza su inmersión en un día que seguramente les cambiará la vida.


 Aquí no existen estratos sociales ni color de piel, no existe religión ni afinidad política que importe, pues todo eso se borra con una buena brocha en una mano y un cuñete de pintura en la otra. Los equipos de sonido empiezan a sonar, con un buen vallenato, un clásico de la salsa y por supuesto el reggaeton no puede faltar. La minga entre visitantes y residentes vuelve el trabajo en diversión, y sin llegar a las diez de la mañana esto se ha convertido en un buen rumbononón de color y sabor.



 A medida que pasa el día, las largas escaleras que, diariamente deben subir y bajar los habitantes de Terrón, se convierten en obras de arte, las paredes en murales y cada casa empieza a  mostrar su personalidad con los detalles y dibujos que sus mismos dueños deciden añadirle. Al mismo tiempo todos los niños trabajan en un gran mural que convierte en espacio de recreación aquellos rincones olvidados, donde se acostumbraba a transitar con prisa y sin cuidado.


Nada de esto seria posible sin el apoyo que hemos recibido de la ciudadanía y de la empresa privada. Son ellos quienes han permitido que contemos con los recursos necesarios para llevar a cabo nuestra labor. Igualmente los medios de comunicación han pintado sus páginas y reportes de color, relatando nuestro trabajo y regando la voz de que allá, en Cali, hay personas que creemos en una mejor ciudad, un mejor país y un mejor mundo.


A través del color se están trasformando los imaginarios colectivos, tanto de los habitantes de Terrón como de esos cientos de voluntarios que participan en cada jornada. Las brechas sociales creadas por el estrato, el dinero y la apariencia se acortan cada vez más gracias a estos espacios comunes en los que miramos al otro como igual. Compartimos el mismo almuerzo, la misma birra, la misma ilusión.

Al final de la jornada, cuando veo todos esos rostros sonrientes, llenos de color, confirmo que aquí, mas que pintar muros y paredes, estamos pintando futuro!


Mi encuentro con Rigoberta Menchu


Hace algunos días, gracias a un amigo, tuve la oportunidad de conocer a Rigoberta Menchu Tum, Premio Nobel de la Paz (1992), reconocida por su lucha en pro de los derechos humanos, especialmente de la mujer y los pueblos indígenas.

Ya había tenido la oportunidad de leer sobre ella y sus iniciativas de paz, pero tenerla en frente, hablando a pocos metros, generó un impacto mucho mayor en mi. No precisamente por ser ganadora de un premio con tanto reconocimiento a nivel mundial, sino por su sencillez y carisma. Su visita a Colombia se dio en el marco de los 25 años del Premio Cafam a la Mujer, iniciativa que justamente destaca el trabajo de mujeres líderes en proyectos humanitarios con sectores vulnerables del país.

Rigoberta Menchu Tum
María Jimena Duzán, periodista encargada de moderar el conversatorio a modo de entrevista, se quedó corta en preguntas y apreciaciones ante semejante ser de luz que tenia frente a ella. La primera pregunta, cargada de cierto tinte sensacionalista, fue acerca del asesinato de sus padres y su hermano; su madre desaparecida, su padre quemado vivo y su hermano torturado y asesinado, las tres tragedias en Guatemala. Rigoberta dio un giro a esa pregunta, aclarando que la experiencia de cualquier otro ser humano tiene igual de importancia a la de ella. Contó su testimonio de vida, confesando ser una persona que cree en el AHORA más que en otra cosa, viviendo siempre el día a día.

A medida que hablaba yo sentía que el espacio se iba transformando hasta convertirse en la sala de su casa, con risas a bordo por su frescura y franqueza al abordar temas como la discriminación, la corrupción y la injusticia, que tan solo en su país han cobrado más de 200 mil vidas. Dichos temas han sido bandera por décadas dentro de su lucha por reivindicar la igualdad de derechos, llevándola al exilio por un tiempo y posteriormente a ser candidata presidencial en dos ocasiones.

Esta mujer, de no más de un metro y medio de estatura, y mas de 50 años de vida, advierte que “la política es un hobbie” que acompaña su otras tareas como la de ser guía espiritual, sanar y escribir, entre muchas otras responsabilidades que, como articuladora de paz, tiene. “Si yo quiero comodidad pues me quedo con mi premio Nobel de la Paz y ya” dice, pero comodidad es lo que menos a experimentado esta mujer que aún busca el rostro de su madre en todas partes, y a quien la vida le arrebató un hijo con tan solo cuatro días de nacido.

Mi foto "con" Rigoberta
De todo esto lo más admirable es que Rigoberta ha convertido su dolor en oportunidades, buscando con ello generar consciencia en otras personas y hablar por aquellas que han sido calladas o no logran ser escuchadas. “No debemos confundir el rol transformador de la mujer con el de victimización. Ya la mujer no debe ser victima… la humildad es diferente a la humillación”.

El caso Colombiano no se distancia mucho del Guatemalteco: mientras buscamos llegar a un acuerdo de paz, hay una nación entera que sufre el flagelo de una guerra que no tiene nombre pero si millones de rostros... entre esos esta el suyo y el mío, como alguna vez lo estuvo el de Rigoberta, en una nación hermana, sumergida en un mar de sangre. Por eso, el quejarse y sentarse a esperar debe ser remplazado por acciones que desde nuestra cotidianidad puedan transformar nuestra realidad y la de aquellos que nos rodean.