sábado, 23 de enero de 2010

Viviendo en Aguablanca

“Fueron siete años metidos en siete días, los que viví.  Irme con gente que yo no conocía, sólo había visto a uno de los compañeros de ahí algunas vez en teatro, unos saludos y ya; y tener que decir bueno, en un momento ustedes van a vivir juntos un momento y no es que vayan a  vivir como los amiguitos, sino que se van a enfrentar a estas y estas cosas, tener que vivir el testimonio de una persona que fue sicario; tener que compartir con personas que uno ha esquematizado y ha llamado prostitutas o desechables, o gente de la calle; y empezarlos a mirar con otra perspectiva y empezar a decir: pero detrás de esa persona, que no se ha bañado hace quince días, hay un ser humano como yo y hay una persona que tuvo un sueño y que en algún momento tuvo unos anhelos y se le destruyeron, o los sigue teniendo.  Tener esa habilidad de poder ir más allá de lo que uno simplemente se acostumbra, o le gusta ver en la calle, eso es lo que me hace decir que cambió mi vida completamente”. Sebastián Arias.

1 comentario:

TOMASA. dijo...

(...)Sorprenderse apesar de su dolor, como entre su piel morena y sus dientes extremadamente blanco brillan una hermosa sonrisa a la vida, mientras cuenta que es el dueno del puente, "éste es el puente de Oscar"; Querer alivianarse del dolor ajeno pro la perdida de los hijos, o por saber que un día contaban que tenía comida y al otro no se sabía, era incierto...Pero estoy segura que eso nos enseno y nos perforó el corazón, la razón, la consciencia y el agradecer infinitamente por lo que somos, cómo Dios nos creo, las forttalezas y debilidades que nos regaló.
Johanna Cristancho Henao