
Que dificil se hace cuando tu no eres mas la persona fuerte que siempre fuiste
Continúas ahogándome con tus espinas
Y, sin darte cuenta
Dejas una herida abierta, profunda,
En el medio de mi corazón.
No entiendo cuándo tus pétalos
Dejaron de ser suaves caricias
Y se convirtieron en duros golpes
Que me arrastran por un camino
De piedras y cemento.
Quiero soltarte, quiero deshojarte
No quiero perderte
Quiero refugiarme
Saber que estarás allí por siempre
Pero ¿cómo estar seguro de eso?
¿Cómo saber que me amaras por el resto de tus inviernos?
Si ni siquiera se si lo harás hasta el próximo otoño.
Permíteme creer que soy tu enemigo.
Permíteme sentir que no me amas.
Para cansarme de ti.
Y no sentir esto que me mata.
Que lentamente me asfixia.
Y me hace juguete del tiempo.
Déjame ser tu tallo
Y seducirte desde tus raíces,
Como alguna vez lo hice.
Déjame amarte cada mañana
Para dormir contigo cuando lleguen las estrellas
A llevarte
A iluminarte
Y a reclamarte como suyas.
Se que me amas
Se que lo sientes
Se que me esperas
Se que no entiendes
Se que te impacientas
Y se que los minutos, se convierten en horas
Cuando aquella gota de agua, se desliza por tu cuerpo
Sin caer al suelo
Lo único que no se, es por cuanto tiempo lo harás…
Y a eso es lo que le temo
Quiero dejar de amarte
Mirarte y no desearte
Oírte y no desesperarme
Por mimarte, por abrazarte
Por consentirte o por besarte.
Como deseo que llegue aquel día
En el que despierte completo
Sin sentir que me haces falta
Sin sentir que te extraño
Y que la vida no es la misma sin ti.
Mientras eso ocurre escribo
A aquella rosa muerta
Que habita en tu corazón
Y que cada día se desangra
Pétalo
Por pétalo
Cubriendo cada rincón
De tu cuerpo.
SAZ.
Febrero 3 de 2008. Domingo.
Hora 8:49 p.m.
Caminando por una avenida de colores opacos y letras perdidas, me encontre con una princesa vestida de purpura que encanto mi corazón por el resto de mi vida... A ella gracias por devolverme a lo que amo.
La siguiente pelicula: 4 4 4 4
EL METODO
Los extremos no hacen parte únicamente de condiciones nefastas, la supervivencia en este mundo es una lucha constante donde los rostros de nuestros aliados y enemigos se confunden abriendo la puerta de la soledad, donde soy yo quien combate esta batalla que algunos filósofos han llamado vida.
Es por ello que encuentro a El método como una obra fascinante en cuanto al comportamiento humano se trata. Al escuchar en la cinta el “método G” recordé una película llamada El Experimento, donde los limites del ser humano parecen no existir cuando de salvar su pellejo se trata; pero con El método logramos acercarnos a esta lucha de una manera mucho mas real, donde no se hace necesario estar encerrados en una cárcel con las condiciones mas deplorables para mostrar a los demás y a nosotros mismos (pues muchas veces no logramos conocernos a fondo) quienes somos realmente. 7 ejecutivos con un único objetivo, ganar. Se entremezclan en esta prestigiosa oficina toda clase de sentimientos, y en esa ultima escena, donde Nieves camina sola entre las ruinas del capitalismo y la sociedad postmoderna, se hace tangible la necesidad de tener los argumentos para desmentir a Hobbes cuando alguna vez dijo que “El hombre es el lobo del hombre”.
SAZ
LA VIDA
Es allí cuando el firmamento
Nos pide a gritos que lo ignoremos
Y en ese juego ambivalente
Nos muestra el camino
De lo que hay más allá del imaginario.
Dulce tela que se teje
Al andar de mis pasos,
Y me invita a ficcionar
Esta realidad
Que me he de inventar
Amores que creemos olvidar
Y olvidos que nos hacen amar,
Van de la mano
De aquel viejo rencoroso
Al que llamamos destino.
Pasiones fugaces,
Deseos cumplidos,
Ilusiones despiertas,
Exploración de sentidos.
Lagos que desbordan todo un iris de colores,
Que unas veces son violetas
De un recuerdo sin memoria.
Caminante de la noche.
Princesa del sol y la luna.
¿Cuántas veces has de sonreír
A las sorpresas de la viuda?
Porque tan importante es
Reprimir esta fiera condición,
Como alguna vez dijo Calderón
A través de Segismundo,
Como dejarla ser, amar,
Sentir y actuar.
Adherirnos a aquella naturaleza,
De la que parte somos ya.
Y no pasar por alto una rosa
Si lo que intenta es despertar,
Reír o descansar.
Es esto pues la vida,
Un poco de aquello y mucho más.
Pero depende sólo de mí
Si en el comenzar de esta mañana,
He de escuchar al firmamento
Y si al hacerlo, entenderé
Que él es otro camino,
Entre tantos que me faltan,
Antes que la viuda
No lo sea más.
SAZ
“No te sientas sola” le repito. Pero ella, sin mostrar seña alguna de haberme escuchado, me abraza nuevamente y repite el nombre de Jonathan una y otra vez, mientras aumenta el número de lagrimas que se desprenden de sus dos ventanas al mundo, aquellas ventanas que varias veces a tratado de cerrar para siempre, buscando desconectarse de aquel engaño sensorial al que los seres humanos “normales” llamamos realidad.
Helena es una mujer que desde muy pequeña conoció lo que era valerse por si misma. Hija de madre soltera y con dos hermanos medios que se encargaron de hacerla sufrir durante sus primeros años de vida.
A las constantes preguntas que Helena le hacía a su madre, acerca de su trabajo, esta le respondía, si es que lo hacía (pues en ocasiones simplemente se quedaba callada o se iba), con evasivas, frases muy generales o con poco sentido como “Ya verás que cuando crezcas podrás conocer el trabajo de tu mamá, por ahora dormite que me tengo que ir”. Estas palabras para Helena significaban el inicio de una gran pesadilla, pues Wilmer y Samuel (los otros dos hijos de su mamá, fruto de su primera unión) se encargaban de burlarse de ella, molestarla con palabras y, en ciertas ocasiones, intentaron golpearla, pero el miedo a que su mamá los descubriera al llegar en la mañana y, los castigara, se los impedía.
Ésta mujer (Helena), aparentemente dura, tuvo que sufrir el asesinato de su propia niñez a los 10 años, cuando su madre empezó a llevarla con ella a estos lugares poco luminosos, donde ella trabajaba. Siluetas rojas y negras se entrecruzaban, en un fondo violeta que sostenía durante varios minutos, el humo de un cigarrillo que fue exhalado por un hombre de corbata a medio apretar, que había decidido esa noche convertirse en un infiel matrimonial, a cambio de sentir aquel placer “ilícito” y fortuito, sin importar que fuese a través de aquellos fajos verdes por los que trabaja 8 horas diarias hace 15 años.
“Déjese tocar que lo que le están haciendo esos señores es un favor, no ve que usted tan chiquita ¿quién la va a querer consentir?”. Fueron frases como estas las que obligaron a Helena a asumir que, a sus 14 años, no debía estar jugando con muñecas como aquellas niñas de otros barrios, por el contrario, debía ser la muñeca de cientos de cerdos que diariamente, motivados por su instinto de bestias y, revolcándose en el lodo de la miseria humana, disfrutaban de encender su luz dentro de Helena, sin importarles que con esto estaban apagando la luz de ella.
No puedo soportar verla así. Cada que una lagrima se escapa de sus ojos cansados de caminar, siento como un ave me toma por sorpresa y, en un descuido de mi alma, entierra en mi pecho sus garras, y se lleva mi corazón para alimentar a sus crías. Pero esto ella no debe saberlo.
Su suerte, llego en el día menos esperado, pero el mas indicado, pues si hombre no hubiera hecho lo que hizo, el siguiente en la fila, iba dispuesto a golpearla a muerte, sin conocerla previamente, pero movido por el sentimiento de rabia y derrota que, inexplicablemente sentía cada vez que se acostaba con cualquier mujer.
Su nombre ya no importa en estos momentos. Hombre no acostumbraba a sumergirse en este suburbio (que cada día se hacía más grande que el mismo mundo) pero en su despedida de soltero, acepto a sus amigos esta invitación. No fue necesario que ella dijera una sola palabra, cuando Hombre bajo las escaleras, y fue fusionando su cuerpo al de las otras almas sin dueño que por el lugar rondaban, la vio bailando. Quiso conocerla inmediatamente. Bailaron toda la noche. Por un instante, quedaron únicamente ellos dos en la pista y, mágicamente, el universo se encargo de conspirar a su favor, transformando en azul celeste aquel humo negro que los cubría, y en un blanco cegador el rojo que los envolvía, por un momento las almas que sin rumbo fijo caminaban, recuperaron sus nombres, sus corazones, sus ilusiones, ya no había clandestinidad en aquel lugar, todos estaban dispuesto a mostrar su rostro y celebrar.
Pero la canción llego a su fin, y este sueño también. Las tristezas, las frustraciones, los odios y los rencores, salieron como hienas de aquellos baúles en los que habían sido guardados, como fiera hambrienta en busca de su presa, se arrojaron sobre cada una de las mujeres que allí se encontraban, encargándose de borrar hasta el ultimo rastro de sonrisa que se había alcanzado a dibujar sobre sus rostros, rostros que en tan solo segundos ya no tenían, pues habrían sido devorados rápidamente y cada ve se volvía a hacer mas difícil diferenciar a alguien, pues el manto negro con rayas rojas hechas con sangre, volvía a cubrir el sitio.
Tanto Hombre como Helena sabían que este sentimiento no volvería a repetirse con nadie más en sus vidas. Ni siquiera la mujer con la que él estaba dispuesto a casarse por amor, en 4 años lo había hecho sentir lo que en esta noche había sentido, simplemente abrazando a Helena mientras bailaban, con el mayor respeto que para él, una dama tan hermosa merecía.
Pasaron miles de cosas por la cabeza de ambos, pero Helena estaba dispuesta a dejar escapar esta oportunidad, pues aunque no entendía qué pasaba al interior de su cuerpo, por qué todo se revolcaba, por qué no sentía nada de preocupaciones ni tristezas, ella sabia que este estado del alma, al que los seres humanos, utópicamente llamamos “verdadera felicidad” no era un regalo para ella.
En un impulso de lucha contra el destino, Hombre tomó la mano de Helena, y corrieron a una puerta trasera, era la salida a un mundo que ella no habitaba hacía mucho tiempo. Ninguno de los dos quiso preguntarse algo ni soltar la mano del otro. Por primera vez Helena sintió, que aquella luz que prendía Hombre dentro de ella, también encendía su luz, la tan anhelada y ya olvidada luz. Fue un momento sublime, donde en el mundo no existieron religiones, ni razas, solo imperaba la ideología del amor sincero, y mientras los dioses griegos cuidaban de estos dos amantes, del vientre de Helena salían destellos que hicieron creer al universo entero, que ya empezaba otro amanecer, el mas hermoso de todos.
Fueron nueve suspiros profundos. Nueve abrazos convertidos en mil. Nueve besos que se volvieron caricias. Nueve meses en los que siempre fue otoño para esta pareja. Las dos luces que se habían encendido aquella noche, había dado origen a una nueva luz, la cual se encargaba de purificar el vientre de su madre, en donde 18 luces se habían fundido antes, cada una igual a la otra, pues realmente ninguna alcanzó a alumbrar.
En esta vida de familia, donde Hombre había dejado atrás una mujer dispuesta a casarse con él, y Helena todo un pasado que aun intentaba perseguirla, con las miradas de la gente en la calle, todos ansiosos por señalar y apedrear, o en su prevenida actitud con los demás, no fue fácil convivir, pero todo esto al final, se olvidaba con tan solo ver los ojos brillantes de su hermoso bebé.
Jonathan ocupaba cada gota de tiempo de su madre. Hombre debía trabajar todas las mañanas, regresaba a mitad del día y se volvía a ir hasta la noche. Helena tenía una vecina, que la acompañaba todo el tiempo. Se habían vuelto muy buenas amigas desde hacía ya varios meses y como la señora vivía sola y no trabajaba, pues su hijo la mantenía, no hacía otra cosa que ayudar a Helena en todas las tareas de la casa.
Era el cumpleaños número 2 de Jonathan. Todos los del barrio estaban invitados, aunque algunos preferían no ir, pues nunca habían estado de acuerdo con que una “mujer de esas”, como la llamaban, viviera cerca de ellos. Hombre, aunque lo intento, no pudo estar mas temprano en casa ese día, por lo que Helena tuvo que ir a comprar la torta y algunas cosas que faltaban. Algunas de sus otras vecinas que habían llegado más temprano se ofrecieron a acompañarla, por lo que Helena le pidió el favor a su compañera de todos los días, que cuidara a Jonathan mientras regresaban.
Hasta este momento de la historia se ha ciencia cierta lo que paso. Pues de ahí en adelante, los relatos de Helena se tornan muy confusos y sólo logro rescatar ciertas palabras o ciertas frases, cuando tengo suerte, que me permiten construir la otra parte sin contar.
Cuando Helena regresó, no estaban ni su vecina ni su bebé. Durante días creyó que era una muy mala broma de su ésta, pues ella no tenía motivos para hacer algo así tan cruel, como era matarla en vida (por segunda vez) quitándole lo más preciado que tenia. Pero no quedo rastro alguno ni de la mujer ni de Jonathan, parecía como si, los mismos dioses que habían cuidado de Helena en el momento sublime que concibió a su bebe, estuvieran ahora protegiendo a la culpable de su desgracia.
Helena intentó encontrar refugio en su esposo, pero en un juego de la vida, donde la debilidad y la nostalgia de una pérdida confluyen para sumergir a alguien en una depresión, más profunda que el mismo infierno, Hombre se quito la vida, disparándose en el baño de su casa, después de haberle pedido a Helena que pusiera aquella canción con la que juntos habían bailado la noche en la que se conocieron.
Ahora Helena, busca impaciente aquella luz, que algún día nació de un amor sublime, el cual le permitió vivir en la utopía de azul celeste y blanco cegador, por un poco más de nueve besos, nueve carisias y nueve otoños.